EL MARINERO
Quisiera borrar tu nombre
o perderlo en el olvido,
¡pero en ti, vive la mar!
y yo vuelvo a ser marino.
Vago en desolada playa
azotado por las olas
¡llenas de aparente hielo!
fuegos de pasión y arena.
Seduce la blanca espuma,
abras de agitadas aguas
que devorarán mi cuerpo,
con sabor y aroma a sal.
Como un náufrago perdido
en senderos de coral,
voy camino a los delirios
que también hiciste míos.
Y aturdido como erizo
que duerme en los arrecifes,
¡No sé!, si buscar tus aguas…
o morir en soledad.
Arturo A. Torres Muñoz
JOSEFO
aartorres@prodigy.net.mx
Poesía. RECLAMOS DE UN INDIO
La soledad de la sierra.
La inseguridad ha creado el flujo de migrantes internos.
El abandono Describe.
El desempleo y el hambre doblegan al orgullo de un pueblo libre.
RECLAMOS DE UN INDIO Hoy, sentí un gran nudo en el alma, en los umbrales de una escuela lloraba un indio tarahumara, ¡lloraba el hijo de la sierra! Vengo aquí a ver mi bandera con voz apagada me dijo; quisiera cantarle a mi Patria, pero por ser indio… no puedo. ¡Escucha el Himno Nacional! Mil gargantas están presentes y no siento el tono triunfal, ¡son mexicanos vergonzantes! ¡Ve!, son muy pocos los que cantan, es que no aceptan su pasado, si les preguntas… todo ignoran, ¡porque nada les ha faltado! Ya no entienden de libertad ni los reclamos de la tierra, ni de la carne esclavizada, muerta y vejada sin piedad. Se olvidaron de nuestros héroes y que nacimos entre peñas… ¡Sin raíces!, son como migrantes que llegan a tierras extrañas. Ya se murieron olvidados bajo incendiados ahuehuetes, choque de obsidianas y aceros… de las águilas y los tigres. Ahí se forjaron las cadenas que nos llenaron de ignominia, fuimos tratados como bestias y el suelo se llenó de infamia. Se olvidó a Hidalgo y Morelos, se olvidó nuestra sangre atada, la sangre de nuestros hermanos dueños de todo, ¡hoy sin nada! El oprobio incendió la sangre, ¡la libertad fue la Bandera! el precio colgó en la Alhóndiga… ¡No más cadenas para el hombre! No comprenden de República ni de tierras de manos muertas… Juárez fue bandera, ¡sangre india!, que nos dio nuevas esperanzas! Se olvidaron de Santa Rosa, de Río Blanco y de Cananea y de aquellas tiendas de raya donde moría la fuerza obrera. ¿En dónde están los mexicanos? ¡Que respondan padres y maestros! ¿qué historia tienen nuestros hijos? ¡están perdiendo nuestros sueños! Les apena la piel morena y la dejarían blanca como la tierra de caliche, ¡tan muerta como el tepetate! Yo debo recordar mi Patria, como la raza Zapoteca, reyes de la tierra quebrada, Indómita y jamás vencida. ¡Mía es la tierra de Ojinaga! desierto que cura la noche, de piel seca como cardenche, que ama el agua como biznaga. ¡Mía es la tierra de las huastecas!, donde el calor húmedo hermana, ¡Amo las tierras chiapanecas!, tan llenas de dolor y envidias. Las murallas de Zacatecas forjadas en plata y cantera, los caudales de nuestros ríos perfumados de álamo y jara. Las chinampas, ¡nido de flores!, garzas y loros de Texcoco… los arrecifes y corales que engalanan al Pacífico. ¡Amo la brisa de Campeche!, de Yucatán y de Tabasco! Todas las riquezas del golfo… ¡Las que mi pueblo no conoce! ¡Yo, soy el polvo de esta tierra! soy de otate, carrizo y yuca. El sol curtió mi piel morena, pintó mi pelo de obsidiana. Pero ya ves, ¡estoy tan solo! y mis hijos nacieron muertos!, viven con cadenas de olvido y jamás serán respetados. De pronto… se quedó en silencio al ver lágrimas en mis ojos… ¡Comprendes mis penas!, me dijo, porque tú y yo, ¡somos hermanos! Lleva a tus hijos a cantar, ¡a la Patria, a la Bandera! Que bendigan a nuestra tierra en la que podrán descansar. Este es mi último reclamo. Voy a morir en las quebradas, mi carne retornará al polvo y me verás… en plumas negras. JOSEFO ARTURO ANTONIO TORRES MUÑOZ
Poesía. LA CASA DE LOS ABUELOS
Villa López, Chihuahua. México
Imágenes y caricias que viven en el alma
Ojo de agua Villa López, Chihuahua.
Tus recuerdos
Estoy seguro de que parte de mis recuerdos también son iguales a los que llevas en el alma.
LA CASA DE LOS ABUELOS Villa López Chihuahua Al despuntar la tarde de anejas mocedades, desandando el camino sin regresar los pasos. Quiero que mi alma vea parte de mis inicios, la cuna de mis padres, la tierra de mis raíces. Ya se ha quedado atrás, dormida en el camino, la historia de otros sueños, que fue, Santa María. Ya miro a la distancia el viejo campanario de San Buenaventura, Reina de Villa López. Yo quiero traerte el canto, la herencia que dejaron mis padres y mis tíos; de mis primos y hermanos. Todos fueron como aves y algunos no volvieron, ya viven limitados por mármol y canteras. Otros, hilan sus penas, misterios de un rosario tan lleno de añoranzas, llorando sus deseos. Soy polvo de tu polvo y te llevo en la sangre, la sangre de un juglar por nadie conocido. ¡Vuela, precoz recuerdo!, sobre empolvadas calles, límite de zaguanes y empedradas banquetas. Vuela sin detenerte por todos los rincones, sin que tengas límites de bardas, ni portones. Y cuando tu mirada lo cubra como un manto, deja a mi andar de niño correr sobre mis huellas. ¡Ya detente y descansa!, ya llegaste a la casa donde amé a mis abuelos; los de abundantes besos. ¡Huele, aroma de adobes!, las encaladas bardas cuál pecho de palomas que invitan al sosiego. Frescos techos de vigas, de trabes y paletas, de paja y de carrizo. ¡Nido de golondrinas! Aquel fresco granero, lleno de costaleras de avena, trigo y maíz, de tamo y de mazorcas. Reviví en tu ojo de agua, las risas de los niños pescando pececitos, en tus viejas compuertas. Caminé sus riberas, buscando aquellos juncos, las jaras y carrizos que al viento perfumaron. Pero ancestrales troncos de álamos ya marchitos, con pena, me dijeron el robo del olvido. No encontrarás el musgo ni su nido de peñas, las parvadas de garzas, ni el canto de los patos. Las húmedas acequias llenas de girasoles, de anís y hierbabuena; para aliviar tus males. Hay soplo de esperanza, de hijos que no se olvidan, que reparan los daños del tiempo, y tantos años. Repararán los atrios, y el viejo campanario nos seguirá llamando a las misas de gallo. Camina a las labores, de esmeraldas olas doradas por los vientos, espigas de trigales. Te esperan los abuelos, cosechando sandias para adornar los platos de tiernos comensales. Prenderán los fogones, vendrán risas y pleitos, regaño de mayores, y calor de familia. Ya prendieron sus luces los escasos faroles que iluminan las calles, y alientan las consejas. Bancos de tronco y piedra con estrellados techos, luceros y cocuyos que desgarran la noche. Y adentro, el dormitorio de abigarrados niños, cubiertos de sarapes de risas y jalones. Cobertores sin dueño por el sueño olvidados, los que solo esperaron que vieran los abuelos. Ya llega la alborada y el canto de los gallos. Volverán los tropeles carreras y pedradas, Aroma de canela, y gritos de la abuela. ¡Hay que ganar las sillas que invitan al almuerzo! Pero hoy, todo es silencio, ¡como una despedida!, espero que la vida deje volver a vernos. Ya es hora de partir, que duerman los comales; que guarden sus aromas gardenias y rosales. Te llevaré en mis venas y alentarás mis ansias, me llevaré en el pecho… Lo que solo tú sabes. Volveré con la tarde cargado de nostalgias, buscando las plegarias y besos de mis padres. Me llevaré ese aroma el que aún no identifico, que habla de alfalfa y paja, trigo, avena y establo. In memoria Fam. Torres Aguilera Fam. Torres Muñoz Arturo Antonio Torres Muñoz Josefo dic. de 2003 .
Poema: VIENTOS DEL PASADO
VIENTOS DEL PASADO
¡Y tú me dices que soy viejo,
solo porque ya se anuncian mis canas
y me arrullan los vientos del pasado!
¡Pero dime!, ¿En qué han cambiado?
El mosto inconfundible
de los tintos de La Rioja,
y las tierras que fertilizan
el Tajo, el Ebro y el Guadiana;
o la mirada de la mujer de España,
que lleva el paso flamenco
y el fuego de la sangre gitana;
o los robles que se visten de toreros,
con ternos de oro, púrpura y esmeralda,
para despedir los vientos del otoño
que embisten como toros de Miura,
al galope de caballos andaluces;
o los besos que se quedaron
en Madrid, Valencia y Barcelona.
¡Me dices que soy viejo!, porque no entiendes
que he vivido y vivo como el viento.
¿Qué llevan los vientos?
Los vientos arrastran parte de un presente que ha marchitado el tiempo
¿Por qué el pasado?
El pasado se llora cuando ha cubierto los mejores momentos del presente
Poema. Gaviota
Gaviota, es un poema que engarza cinco haikus, que se pueden leer en forma independiente.
Poema. El bohemio:
El calor de los sueños
Noche de jazz
El bohemio
Acabó el jazz… se fue el bohemio, pero en la mesa de aquel bar escribió un poema que decía: Ya no sé si te amé o tú me amaste, si te olvidé, o tú me olvidaste, pero el fuego aquel que brotó en solitarios y umbríos desvelos, se perdió en el frío de tu ausencia: como una nube en la distancia. Aquí, la música se acaba, pero eco de guitarras sordas parece que ríen, y me miran como a una nota perdida, prendida al humo de un cigarro. Ya no sé si te amé o tú me amaste, si te olvidé, o tú me olvidaste, mi amor no recuerdo tus besos, y mi sueño… duerme sin ti.
Arturo Antonio Torres Muñoz
Josefo
Los sueños y desilusiones se encierran en las notas de un jazz.
POEMA. Canas blancas a mi madre
Escucha esta melodía: Dios nunca muere
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CANAS BLANCAS A MI MADRE
con su pausado silencio,
cargando en tus nietos sombra
que yo romperé callado.
Despierto estaré a sus pasos
como vigilante eterno
muy sereno a los reproches:
Como piedra en la penumbra.
Y cuando los vea en su andar,
con el alma hecha pedazos
escucharás mi plegaria
escondida entre los labios.
Hacia ti vendrán mis pasos
suspirando por tu ausencia,
reviviendo mil consejos:
Los que me diste sin contar.
¡Lloro tu cabello negro!
Aquel que llené de canas,
con besos de niño pobre
y mil caricias de invierno.
Otras rosas en canteras
quieren cubrir las lápidas
de un dolor que se resigna,
de una ausencia que se llora.
¡Qué costosos son los hijos
que se llevan nuestras vidas!
¡Son la herencia de la sangre!
¡Es el pago al cielo eterno!
¡Perdóname madre mía!
Tú me diste la existencia:
si no amé como debía,
¡es la vida quien me cobra!
Por eso no traigo flores:
¡Estos brotes son tus nietos!
Ellos pintarán mi pelo
Como yo a ti: con canas blancas.
WHITE GRAY GRAY ON MY MOTHER
Today that life catches up with me
with her claims of insomnia,
I pray, like you, to my children
in front of their sleeping beds.
I was the reason for your sleeplessness;
sheltered between your kisses
I didn’t understand the twilights
that bound your dawns.
In my hands, without knowing it,
your hair was dyed:
from blacks they became white
and your smiles whiter.
Yesterday I was in your arms
Call with the same force,
As a slave without domain:
I am giant and I am small!
Today when I feel sorry
for the slightest contempt,
for caresses that in the air
They die eager for a kiss,
I look for someone else’s smile:
the caress you waited for;
that of that one, your naive child
who never experienced a claim,
and I ask God, give my face
the masks of life,
cold in the face of a disdain that hurts!
Smile to the wounded chest!
My long nights will come
with its slow silence,
carrying your grandchildren shadow
that I will break silently.
Awake I will be at your steps
as eternal watchman
very calm to reproaches:
Like a stone in the dark.
And when I see them in their walk,
With the soul shattered
you will hear my prayer
hidden between the lips.
My steps will come towards you
sighing for your absence,
reliving a thousand tips:
The ones you gave me without counting.
I cry for your black hair!
The one I filled with gray hair,
with kisses from a poor child
and a thousand winter caresses.
Other roses in quarries
they want to cover the tombstones
of a pain that is resigned,
of an absence that is mourned.
How expensive are children
that take our lives!
They are the inheritance of blood!
It is payment to eternal heaven!
Forgive me, my mother!
You gave me existence:
If I didn’t love as I should,
It’s life that charges me!
That’s why I don’t bring flowers:
These sprouts are your grandchildren!
They will dye my hair
Like me to you: with white gray hair.
Poema. Fiesta Brava: “El adiós de un torero”
En la fiesta brava se enfrentan la pasión y a bravura.
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EL ADIÓS DE UN TORERO
Hijo, antes de que muera…
¡Llévame a la fiesta brava!
Quiero escuchar los clarines
haciendo eco en los tendidos
y ver al alguacilillo
abrir la plaza a la faena.
Los engalanados ternos,
la pasión de los toreros
y el paso de los caballos
que montan los rejoneros;
la encendida sangre árabe
cordobesa y andaluz…
¡A la usanza lusitana!
Déjame escuchar de nuevo
el bramido en los toriles
de los bravos astifinos
que llegan de Sayalero;
furias de Albacete y Miura
que secuestran el aliento,
que arrancan la gritería
embistiendo revoleras
en la arena de la plaza.
Los templados picadores
que aguantan el primer choque
y los fríos banderilleros
azuzando a los astados…
¡Desafiantes a la suerte!
¡Llévame al coso taurino!
quiero volver a Madrid,
a Málaga y Zaragoza,
y llenarme con los olé
a cada pase de pecho,
al engaño en chicuelinas,
al lamento de la seda
que vuela en revoleras
escapando a los pitones.
¡Déjame sentir el viento
que se filtra en las muletas
en la apasionada cita
que descorrerá los velos
de la gloria y de la muerte!
El susurro del acero,
la espada que se descubre
al furor de la embestida,
la angustia de graderías
por la vida de rivales
que inmortalizan la faena.
Un paso doble taurino
entre pañuelos azules,
los clarines y timbales
entre pañuelos naranja…
Toma ¡guarda mi montera!
ya se terminó la faena
y no me quedan más tercios:
volverán los mulilleros
y el sol que deja las gradas
no verá a los monosabios.
03-08-2008
Arturo Antonio Torres Muñoz
JOSEFO
EL SIGNIFICADO DE LOS PAÑUELOS EN UNA CORRIDA DE TOROS http://www.canalextremadura.es/alacarta/tv/videos/el-significado-de-los-panuelos-en-una-corrida-de-toros
En Toros y letrillashttps://www.youtube.com/watch?v=0LYgdTXw6Vw
Fernando Ibarra ha dejado una huella imborrable en el ambiente taurino de La Laguna http://Fernando Ibarra ha dejado una huella imborrable en el ambiente taurino de La Laguna
Tauromaquia: virtuosismo y riesgo.
Poema. AÑORANZAS DE LA CIUDAD DE DURANGO
“AÑORANZAS DE LA CIUDAD DE DURANGO”
¡Bonita y señorial!
¡La Ciudad de Durango!
la que ya va perdiendo
sus nostálgicas noches
por nuevos fritangueros
que se venden al sueño.
¿En dónde están las casas?
¡las de grandes canteras
de viejas humedades!
aquellas que lloraban
con las primeras aguas…
escarchas del invierno.
Ya se murió el Sereno
de voz aguardentosa;
aquel que tantas noches
le gritó a la acordada…
¡Aquí no hay gavilleros;
hay pura gente honrada!
Ya también se olvidaron,
de las leves tormentas
que hicieron los caballos
en calles y banquetas;
¡relámpagos y rayos!
pezuñas entre piedras.
Y de aquellos troceros
de flotillas fantasmas
cargando tiernos troncos
aserrados de noche;
¡las que muy bien ocultan
ojeras de dinero!
El vetusto mercado,
con pozole, tamales
y hojitas de mezcal
que traían de la sierra,
hombres de tez curtida
quemada por el frío.
Casi se muere el río,
¡las aguas del Tunal
que arrastran desperdicios
sin que nadie haga nada!
deshechos de la noche
cuando reina el silencio.
¡Bonita y señorial!
¡la Ciudad de Durango!
la de grandes vergeles
con sed de manantial.
La de agrestes montañas
que sostienen al cielo.
La montaña de hierro
que extendió sus blasones
por todos los confines
del viejo y nuevo mundo;
¡la sangre de Durango,
convertida en acero!
El cerro del Mercado,
con el sabor de mina
que lucen en los dientes
aguerridos mineros
que domaron las sombras
y nidos de alacranes.
Los parques y alamedas
con mil ranas cantando
bajo sauces llorones.
Los viejos ahuehuetes,
tildíos, garzas y huacos,
en los ríos y en las charcas.
¡Los joviales amores!
consejos del Guadiana
tan llenos de promesas…
¡Niños que fueron sueños!
hijos de aquellos besos
sin miedos ni maldad.
Las otoñales lluvias
y nieves en el pelo,
ya cascan el acento
de breves serenatas
¡de aquellos trovadores
dormidos al sereno!
Los niños de la fuente
son parte del recuerdo…
Hoy ya caminan lento
jugando con sus nietos…
Los bañan con sus cantos;
¡ellos qué ranas fueron!
¡Bonita y señorial!
¡La ciudad de Durango!
Arturo Antonio Torres Muñoz
JOSEFO
2004
Bonita y señorial
¡La Ciudad de Durango!
DURANGO corrido de Durango.
Poema. TARDE DE TOROS
Fiesta brava cubre la tarde de toros, siempre llena de emociones que despiertan lo más oculto del alma.
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TARDE DE TOROS
En la monumental plaza,
donde se juega la vida,
donde se empuña la espada
a la luz de una esperanza.
Se congregan las pasiones,
y se llenan las barreras
buscando luces y sombras,
sin adormecer fronteras.
Ya resuenan los clarines
en un marco de silencio,
todos miran un espacio
en la puerta de toriles.
¡Ya se abrieron los portones!
ya se inicia el paseíllo,
ya brilla un terno azul y oro,
ya se miran los capotes.
Ya se acerca al ruedo
vestido en traje de luces,
llevando escasos abriles,
¡la juventud de un torero!
Ejerce la alternativa
aquella tarde de otoño.
¡Vive, como vive un sueño!
sueño, en el que va la vida.
¡Lleva el triunfo en la mirada!
la gloria espera aquella tarde.
La peonada ya se enciende
¡será larga la jornada!
¡Que se inicie la faena, !
es clamor de gradería
que venga la escudería
y que se apronte a la bestia.
Se alza un pañuelo blanco
en los altos de la plaza,
mientras una anciana, reza
por lo incierto del destino.
Se aprestan los puntilleros
a la embestida del toro,
¡viven con temple de acero,
y así viven sus caballos!
Los toriles ya se abrieron,
ya se ven por los chiqueros
astas de afilados cuernos,
ya se agita el corazón.
La bestia se adentra al ruedo
y la multitud se agita,
solo una voz diminuta
estalla como un reclamo.
¡Papá, es el campanero!
Dime ¿por qué lo trajeron?
¡Mira!, ya lo lastimaron
con esas puntas de acero.
¡Que casta, y que trapío!
ya arremete al puntillero,
ya ha chocado con el peto,
ya se apuntilló el morrillo.
¡Acuchilla revoleras!
mantos que se hacen jirones,
que se mueren en pitones
como flores encarnadas.
Vienen los banderilleros
llevando flores y acero,
aguijones al morrillo
que ya luce hilillos rojos.
Ya se agita la muleta,
se enfrentan, toro y torero
y atrás, en el burladero
se prepara ya la espada.
¡Ríe el capote sobre astas
al calor de la faena!
¡que bravura y que templanza!
¡es la sangre de las gradas!
Los clarines cambian tercio,
se engrandecen los rivales,
se hacen lentos los misterios
de la anciana y su rosario.
¡Campanero no es el malo!
no permitas que lo maten:
¡diles, diles que se callen!
clama el hijo al ganadero.
Se prepara ya el estoque.
Tras de la brava embestida,
se hunde la acerada espada
que lleva dolor y muerte.
Trae el corazón partido,
todo el furor que agoniza,
y aquella última embestida,
¡ya en el pecho se ha prendido!
¡En el aire está el torero!
y cae mortalmente herido,
ante un toro ya vencido.
¡Ya se ha muerto el campanero!
¡Un grito rompe el bullicio!
¡un grito que hiela el alma!
son lamentos de la anciana
por el hijo que ha perdido.
Quisiera apresar la muerte
y arrancarla del tendido,
ese aliento suspendido
es el precio de la suerte.
Corre el niño con espanto
y se brinca el burladero,
él quiere llegar primero
y curarlo con su llanto.
¡Que se escuchen los clarines
por el alma del torero!
Por su temple y por lo fiero
se arrojaron banderines.
¡Que sea azul ese pañuelo!
es el grito de la plaza.
¡Que se honre a la fiereza
y que sea testigo el cielo!
Ya están listas las mulillas
y no así los mulilleros,
ellos saben de toreros
y no de romper cadenas
Aún se encuentra arrodillada
la soledad de una mujer,
y un niño que, sin entender,
piensa en fiesta y canallada.
¡Vivirán los ruedos
tardes de sangre y arena!
tardes de dolor y pena…
de toros y de toreros.
Arturo Antonio Torres Muñoz
JOSEFO